Aquí teniu l'email d'un amic meu, el Dr. Carlos Sánchez,
sobre I el món gira.
sobre I el món gira.
Acabé tu novela ayer. Mientras escribo
esto veo que la recomiendan en “Vía llibre”, el programa de
libros del 33 y tengo que reconocer que me molesta un poco que los
comentarios vistos y leídos la presenten siempre (y exclusivamente)
en relación al caso Millet: cuando ya nadie sepa quién fue Millet,
Ricard Moja seguirá vivo, vet-ho aquí.
Vamos a dejar de lado la “pequeña”
cuestión del oído para el lenguaje, la presencia de pronoms febles
casi surrealistas y tu capacidad para captar el “clima” de una
conversación, un ambiente. Mientras la leía, pensé en el
comentario que un día hiciste sobre Tom Wolfe y su novela “Todo un
hombre” y me parece que te pasa como a él: tienes un “feble”
por tu personaje; quizá por eso hay que recurrir al hermano para que
hable mal de él… Una novela así necesitaba una persona como tú,
capaz de dar cuenta con solvencia de esa especie de triángulo de las
Bermudas constituido por la vida municipal barcelonesa, el alma de la
burguesía catalana y el mundo del arte. Pero, claro, siempre hay
algo más. Y el caso es que tu novela es dos novelas… o cuatro,
según se mire. De un lado, la peripecia de Ricard Moja y su mundo;
de otro Rubén y la India. De un lado, el presente de tirios y
troyanos; de otro, el pasado que, de verdad de verdad (o al menos es
la impresión que me ha dado) sólo parecen tener los troyanos, es
decir Rubén y relacionados. Dos novelas y dos sensibilidades, dos
maneras de vivir las cosas y también de contarlas, con más
distancia y más ironía en la primera y más nostalgia en la
segunda. Déjame decir una boutade, pero la impresión que he tenido
es que mientras que en la novela de Moja te sentías cómodo, en la
de Rubén te sentías implicado. Y luego he pensado en la novela de
Freud que se convirtió también en dos novelas y me he preguntado
qué demonios debe querer decir eso… No te hagas ilusiones, no sólo
no tengo respuesta sino que ni siquiera tengo una hipótesis.
Me he reído mucho con las peluqueras
(impagable Jessica: ¿tienes su teléfono?) pero no em sé avenir al
destino que le das a Nené que de tòtila enamorada comprando ostras
en la Boqueria, pasa a la “venganza inocente” de la entrevista a
La Vanguardia.
Y también me ha hecho pensar. Ya sé
que quizá sea marginal en tu relato, pero hay dos momentos que mi
radar personal ha detectado ipso facto (uno Rubén hablando con Farga
el de la tele y otro Nené con sus compañeras) en que los personajes
bajan los brazos, renuncian a seguir hablando porque se dan cuenta de
que no podrán ser entendidos. En este caso se trata de pequeñas
renuncias: a fin de cuentas Farga es un cretino y las amigas de Nené,
aunque no puedan escucharla ahora suelen prestarle atención y son
capaces de entenderla. Pero ese momento es un síntoma, el
descubrimiento de que algo se quiebra y no podemos hacer nada para
remediarlo, porque las palabras (lo único que tenemos para
sobrevivir) ya no sirven.
¿Tengo que añadir que tu libro me ha
gustado mucho?
Un abrazo,
Carlos
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